Algo se está moviendo en el mundillo de la caza tradicional del tordo y para bien. Nuevos vientos soplan con olor de esperanza para que este arte arraigado y secular, pueda perdurar como elemento simbólico y a la vez práctico, de una de las tradiciones más autóctonas de la Comunidad Valenciana, que nos entronca con nuestro remoto pasado. Porque, pese al ataque furibundo y a veces irracional de algunos, en el arte de la captura de tordos al paso otoñal en el parany, subyace la idiosincrasia de un pueblo y sus avatares históricos concretos. Ha sobrevivido milagrosamente a una extinción premeditada como si de una especie animal se tratara, cuando es en su morfología más pura, una joya transmitida por herencia de nuestros antepasados. Juzgar muchas veces hechos históricos lejanos o culturas seculares, con la mirada del hombre del siglo XXI no es justo ni sabio. Y ni mucho menos, el hombre postmoderno puede presumir de demasiados valores que él mismo ha tratado de aniquilar, y que le está costando la ruina.

Los pueblos están llenos de museos de etnología costumbrista. A los niños se les lleva a explicarles con casposa añoranza y fuera de su entorno natural, aquellos elementos que fraguaron la vida y la supervivencia de sus abuelos. Y eso está muy bien como poso cultural y sentimental, pero no deja de ser la contemplación algo inservible, estático y sin vida. Es importante para la cultura general el saber de donde venimos, -hacia donde vamos no lo sabe nadie-. Por ello que el mantenimiento del museo al aire libre, en estado natural y bien conservado, de una instalación de paranza, constituye de facto, un museo vivo y bien conservado, sin cargo al erario público.

Desde la sociedad APAVAL, y tras múltiples intercambios culturales con Francia e Italia, se ha apostado por la captura en vivo y sostenible para los tordos. No debemos olvidar que el zorzal común (Turdus Philomelus) es llamado en muchos sitios el tordo músico, y así lo indica su raíz etimológica griega Philos, por su bello y exquisito canto. Es otra forma de ver las aves, desde una visión proteccionista acorde a los nuevos tiempos, sin renunciar a un sistema antiguo conservando toda su cultura popular aneja, con la práctica de la captura en vivo, sin muerte. Así lo vienen realizando en otros países, cuyos valiosos ejemplares se utilizan para reclamos atrayentes, en los puestos de armas de fuego.

 

Artículo de Vicent Albaro en elPeriodic.com

http://www.elperiodic.com/opinion/caminsalcora/3266_paranza-esperanzada.html