historia del parany

El hombre primitivo

El hombre primitivo tuvo en la caza una de sus actividades más importantes, era necesaria para completar la dieta vegetariana y lograr su subsistencia en los frecuentes movimientos erráticos por la faz la tierra. Cuando se asentaron formando grupos familiares o clanes, nació la actividad agrícola y con ella mejoraron las tácticas y los instrumentos para proveerse de las proteínas de la caza que constituirían su base alimenticia. Era ese marco de la economía autosuficiente donde solían capturarse animales, grandes o pequeños, aéreos o terrestres, de mayor o menor riqueza cárnica y entre ellos figuraban, indiscutiblemente las aves y los pájaros.

En todo el levante español se hallan múltiples hallazgos arqueológicos de poblados íberos. Diseminados por toda su geografía y que están ubicados por lo general, en lugares estratégicos, alturas o abrigos, y casi siempre cerca de fuentes o ríos.

Es en uno de estos asentamientos, concretamente en una necrópolis ibérica de Cabrera de Mar en Barcelona, se encontraron cuatro enterramientos de guerreros en una amplia fosa, con abundante ajuar cerámico y numerosos restos de animales , de entre los cuales se identificaron huesos de zorzal. La cronología de esta necrópolis está fechada entre los años 350 y 250 antes de Cristo, lo cual es una prueba irrefutable de la caza del zorzal en la Península Ibérica hace más de 2250 años. La caza de pájaros destinados a la alimentación constituía una actividad más de la estrategia nutricia del género humano y una ayuda estimable a la hora de aportar proteínas a la despensa.

Pero la representación más antigua hasta hoy conocida, se refiere a una escena de caza de pájaros con liga, pintada sobre una ánfora griega de figuras negras que se conserva en el Museo Nacional de Tarento. Como puede comprobarse, la escena está narrando un sistema parecido a la caza de zorzales en parany, con rapaz incluida. En principio, cabe pensar que el pintor se acomoda a la regla general de la “simplificación” de aquello que se pretende narrar para una mejor comprensión. De ese modo se logra una escena “limpia” de accesorios inútiles. Aquí no se pretende ocultar al pajarero que pulula entre las ramas del árbol; no existe cerco, ni perchas, sencillamente se muestran las ramas desnudas de un árbol frutal o un olivo joven (de ramas finas).

El árbol está bien preparado al efecto, con una poda especial en la base y en la corteza de las ramas se han ido hincando los pequeños cálamos untados de liga. Obsérvese la finura de las ramillas, que el artista ha representado en pequeños puntitos que recuerdan el brillo de la liga en la vareta que apenas resulta imperceptible. En la parte alta los “cimales”, son ramas de verdad , dejadas con la fruta como atractivo y posadero de las aves. Dos de ellas parecen estar muy fijas, lo que podrían ser los reclamos asustados por la lechuza, que se encuentra atada bajo el árbol, encima de su raqueta.

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